Los estereotipos sociales: Una traba más en la lucha por la igualdad de género.
Los
estereotipos sociales: Una traba más en la lucha por la igualdad de género.
Desde hace algún tiempo
he podido observar como el movimiento feminista aumenta en popularidad. En
todos los escenarios sociales se plantea la lucha por los derechos de las
mujeres como un hecho digno de elogio que vindica el lugar de las féminas en la
palestra pública. Sin embargo es lamentable que todo el esfuerzo realizado
desde hace siglos por las representantes
de dicho movimiento, hoy sea visto como un asunto de tendencia o de moda; llegando
incluso a establecer estereotipos que determinan la percepción de la mujer feminista
a los ojos del mundo.
“Una feminista no se maquilla, no se
depila, no se dejan el cabello largo, No
se visten de rosa, fucsia ni usan accesorios
“femeninos”; las feministas no se casan, no tienen hijos, no se dedican a
labores domésticas, no usan vestidos, no permiten que un hombre pague la cuenta…”
y así van apareciendo cada día más características que han sumido a este
hermoso movimiento en un conjunto imágenes estereotipadas que nos alejan
progresivamente del orgullo que debemos sentir por ser mujeres.
Para
mí el feminismo es una lucha por la igualdad de derechos y oportunidades entre
los géneros; es romper con los estigmas sociales, los prejuicios y la segregación que desde el inicio del
mundo han dividido a la raza humana, bajo el argumento de nuestras diferencias
biológicas. Por lo tanto, si para ser
feminista debiera encajar en alguno de esos estereotipos, entonces preferiría
no serlo; no podría permitir que se coarte mi libertad de ser y elegir basada
en ellos.
En
el libro “La razón de mi vida”, obra auto biográfica de Eva Perón, ella
menciona que, a su parecer, las
feministas habían caído en un estado de ridículo, pues en lugar de destacar la
dignidad de las mujeres, lo que hacían era imitar el comportamiento de los
hombres, lo cual las mostraba como seres
resentidos e inconformes con respecto a su género. Dicha percepción hizo que Evita (como cariñosamente era llamada
por el pueblo) en un principio se negara a liderar el movimiento feminista
argentino. Esto es una muestra de que incluso ella, en su rol político y
público, se vio apabullada ante los patrones que arbitrariamente la sociedad ha
adjudicado a lo que significa ser feminista.
“Ni
era una soltera entrada en años, ni era tan fea por otra parte como para ocupar un puesto así… que, por lo general, en el mundo, desde las
feministas inglesas hasta aquí, pertenece, casi con exclusivo derecho, a las
mujeres de este tipo… mujeres cuya primera vocación debió ser indudablemente la
de ser hombres. Parecían estar dominadas
por el despecho de no haber nacido hombres, más que por el orgullo de ser
mujeres.” (pág. 106)
Con esas palabras expresaba Eva Duarte de
Perón el efecto tremendamente negativo que los estereotipos sobre el feminismo
habían tenido en su visión de lo que este movimiento realmente implica.
Ahora
bien: ¿Es eso el feminismo? Por supuesto que no lo es. El feminismo va más allá
de la apariencia física, del oficio al que te dedicas o de tu estado civil; es
una convicción inexorablemente ligada a los valores, los ideales y la forma de
vivir y ver la vida junto a quienes te rodean; pero para demostrarlo es
necesario que se retome la lucha por la igualdad de género desde una
perspectiva de inclusión y paridad, en vez de seguir por el errado camino del “feminazismo” (como algunos lo llaman) que
sólo busca la exclusión y la supremacía de un género sobre el otro.
Cabe
destacar que, personalmente, he conocido tanto a feministas que se maquillan,
como a machistas que no lo hacen, y viceversa. Lo que en verdad importa es que
las mujeres del mundo por fin seamos libres de hacer lo que deseemos,
dedicarnos a lo que queramos, sin que ello esté determinado por los paradigmas
sociales o las expectativas de los demás. Lo que se busca es que seamos conscientes
de que nos pertenecemos y tengamos la potestad de tomar nuestras propias
decisiones conforme a nuestra conciencia sin sentirnos culpables o
avergonzadas. Saber qué queremos y asumirlo con valor es ya un triunfo. ¿Por
qué debemos cuestionarnos basándonos en normas no escritas que nos limitan y
restringen la libertad de nuestro ser?
Eva
Perón murió en el año 1952, es decir hace 67 años, no obstante sus palabras
siguen vigentes. Se continua midiendo con la misma vara al movimiento
feminista, estableciendo los mismos estereotipos y, más grave aún, siguen
siendo muchas las mujeres que obstaculizan la lucha, puesto que con sus críticas, sus prejuicios y
su sumisión al sistema patriarcal proporcionan apoyo para que el machismo se
transfiera de una generación a otra a través de la crianza de sus hijos.
Por
otra parte, no puedo dejar de mencionar el irrisorio intento de los entes
gubernamentales, los cuales creen que mediante la difusión lenguaje inclusivo se podrá impulsar la igualdad
entre hombres y mujeres, este pobre e ineficaz método no es más que la nueva
burla de la masa de hablantes del español. Una gota que cae en un mar
embravecido.
A
menudo me pregunto si llegará el día en que la igualdad de género será un hecho
real y absoluto. Espero que sí, aunque quizás mis ojos no lleguen a verlo.
Repito: no es cuestión de imitar a los hombres, ni de superarlos sino de estar
a la par en cuanto a derechos y oportunidades, ya que en realidad el feminismo verdadero es una lucha por
la supremacía del único género que debe considerarse: el género humano.
Finalmente
comparto esta frase para que reflexiones en ella: “La palabra feminismo
necesita ser rescatada. Necesita ser reclamado de manera que sea inclusivo para
el hombre” (Annie Lennox)
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